De pequeños, la espontaneidad signa nuestras vidas. La libertad de acción, el desconocimiento de límites, la falta de miedo, la curiosidad, la risa franca, el instinto "en exploración", el querer saber y hacerlo todo porque nos sabemos capaces de hacerlo, los ojos achinados al máximo en rebelde picardía y hasta el “hacer el ridículo” dibujan nuestros pasos y mantienen abiertas todas nuestras opciones. Siempre que regresemos allí, alguna puerta o ventana se abrirá frente a nosotros.

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