Kocol

¡Ese Kocol...! Ese de ser, de silencio, de sabiduría, de sabor, de sueños, de salud, de serenidad, de suavidad, de sonrisa…

No es fácil decid-irse (ni llegar)… Romper la inercia requiere de mucha voluntad y claridad interior, y aunque el movimiento es sinónimo de acción y evolución, aunque lo importante es dar el primer paso para caminar y fijar un rumbo, siempre debemos recordar que hay que tomarse un tiempo para disfrutar del aroma de las flores .

Somos nómadas, ciudadanos del entorno de turno. Nos mimetizamos entre la gente y creamos vínculos de pertenencia que solemos creer durarán para siempre. Y seguimos caminando, y en la próxima encrucijada nos deslumbra otro escenario y de inmediato sentimos que, ahora sí, formamos parte de él, y nos disfrazamos para “encajar”; y en el siguiente cruce encontramos… Mientras, nuestro atuendo interior espera la oportunidad de relucir e iniciar el camino hacia la realidad única, la propia.

¿Y si las hazañas que admiramos en otros no son más que alternativas a nuestro propio camino? ¿Y si los personajes que idolatramos no son más que proyecciones de nuestra propia identidad? ¿Y si nuestros sueños son una realización concreta de nuestros deseos? ¿Y si todo lo que nos rodea es una prueba de que somos afortunados? ¿Y si lo que aplastamos en cada paso que damos también forma parte de lo que somos?...

Reflejos, recesos, reflexiones, trompicones, espejo, espejismos, sueños, ensueños, búsquedas, encuentros, adelantos, retrocesos, rostros, máscaras, referencias, preferencias, realidades, amenidades, ayer, hoy, arriba, abajo, día, noche, uno, otro, tú, yo…

Amanecía otro año. Kocol despertó a otra vida, a otros rumbos, al peligroso y emocionante acontecer de la responsabilidad de una decisión, a sabiendas de que, en cualquier caso, siempre podrá levantarse una y otra y otra vez...