De todos esos sueños, le gustaban mucho en los que volaba; tantas veces había visto hacerlo a aquellos peces alargados con aletas tan grandes como alas, que de un impulso saltaban sobre el agua y planeaban sobre ella para caer varios metros mas allá. Le fascinaba la idea de verlo todo desde arriba, desde afuera. En sus sueños, la sensación de volar sólo se equiparaba con los maravillosos paisajes vistos o imaginados: Una cúpula azulada oscurecida por las horas nocturnas se salpicaba de numerosos y brillantes puntos blancos que, como perlas, iluminaban el lugar que ocupaban sobre aquel manto. Esos azules nunca los había visto en el mar y cargaban de imágenes a su inquieta mente llevándole sobre cimas espumosas y llanuras de verdes algas. Quería saber qué había más allá... Sobre Kocol.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Kokol:
Primero que todo, gracias por tu visita y por tu comentario en mi blog. Eso me trajo hasta ti y estoy realmente fascinada por el proceso de maduración y la capacidad de interpretación que se aprecia a medida que se avanza en la lectura de tu original iniciativa.
Me detuve con especialidad en éste post porque describes muy fielmente en él uno de mis sueños recurrentes...
Saludos, Cecilia
Kocol ha dicho que…
Me gusta visitar tu blog; encuentro cosas sencillas, profundas, inspiradoras. Creo en la necesidad de expresarnos desde adentro, desde donde tenemos las mejores cosas guardadas para nosotros mismos. Gracias por tus palabras y, sí, creo que la imagen del vuelo es absolutamente liberador, gracias por acompañarme a volar.

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