Sí, a veces una puerta se cierra y nos cuesta imaginar la vida que queda por delante, dejando pasar muchas ventanas que se abren y nos invitan a entrar; pero otras veces somos nosotros quienes desarrollamos la certeza de que lo que hay detrás de una de esas puertas ya no nos aporta cosas lindas y aún así dudamos en cerrarla. ¡Cuánto nos cuesta tomar esa decisión! Les invito a alzar la vista y a perdernos en el maravilloso horizonte multicolor de posibilidades que se nos abre más allá de lo evidente.

¡Arriba, la picula!

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