A las palabras no siempre se las lleva el viento, a veces se fijan, se anclan, se rebelan y, cansadas de ser utilizadas como armas para descalificar y herir al otro, comienzan a solidificar estructuras sobre las cuales emergen nuevos discursos, nuevas acciones, nuevos panoramas y nuevas esperanzas.
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Y al que no crea, al que rechifle y niegue el poema que existe en todos los nombres, le digo lo que me decía mi abuelita: "Cuida bien lo que hablas, porque así como lo dices, así será".